viernes, 13 de agosto de 2010

Doñas del Cafetal, el triunfo es nuestro!

Otro país con olores raros y lo primero que hice fue entrar al supermercado. Lo confieso: me deprimí. Casi todo lo que veía me fue alguna vez familiar y hasta me dio celos saber que en esos estantes había harina pan, muchas alternativas y muchos sabores que por caprichos y políticas de otros acá dejaron de estar. Pero fui a lo mío. Una misión imposible donde mis nalgas tenían que estar bien preparadas para patadones. Ya había tenido las bolas de alborotar el avispero con una canción, así que tenía que dar segundos pasos. Empecé a tocar puertas, estaban cerradas con llave pero el disco entró. No sé si dará vueltas en algún reproductor o adornará los cestos de basura. El chiste es que no dejé un deseo deambulando entre mis neurotransmisores. Luces, cámara y acción. Era tiempo de entregarme a placeres mundanos, así que Welcome to Miami. Una amiga me buscó y emprendimos lo que sería una salida de chicas bellas y solteras. Sólo que las calles eran demasiado iguales y manejamos en círculos durante casi una hora porque la mujer del GPS (brújula moderna, aparatico que te da las direcciones y te habla, etc) también se perdió. Acudimos al método más ruidimentario y efectivo: preguntar. Detuvimos al primer tipo que encontramos y era extremadamente simpático. No sé cómo, pero terminó yéndose con nosotras y manejando el carro de mi amiga. Fue nuestro guia turístico privado y no sabíamos su nombre. Fuimos Ocean Dr. y ahí escogimos donde pernoctar. Terminé presa del vodka simulando morir en la puerta de la ex casa de Gianni Versace. Pero eso no fue lo peor, dejamos a mi amiga  y seguí mi rumbo con el desconocido que se llamaba Sainz y fuimos a un bar gay. Me dio chance de ir al baño y ver una misteriosa copa de champán llena hasta el tope y abandonada, porque en lo que salí del tocador la música se esfumó y los borrachos salían caminando de brazos. Terminé en un table bar llamado Porkys, las bailarinas salían sudadas y desaliñadas. Ya la fiesta se había acabado. Le dije a mi guía privado que queria ver lo más cutre y peligroso de la ciudad. Vi el peligro ¡qué risa! El sol salió, me fui a mi hotel a dormir. Llegué a mi país ganó el NO. Surrealista. Las doñas del cafetal están felices y yo también porque llegué viva.
Pd: Nosiemprehablarcondesconocidosresultadeestaforma.

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