viernes, 13 de agosto de 2010

Si pudiera inundar cada letra que lees con lágrimas lo haría. Si pudieras mojarte las manos y sentirme sería feliz. Dejaría de escribir este papel en blanco de una buena vez, renunciaría a sentirme tentada por la verdad para poner a la verosimilitud en otro peldaño. A veces he querido ponerles en este espacio canciones, películas… Cosas que la imprenta desconoce, por eso hablo sin callarme, a veces no me doy cuenta y hablo de más. Otras veces no he querido escribir porque siento que voy a asustar y tendrán tanto miedo como yo. En fin, ya basta. Estaba leyendo un libro de Aldous Huxley llamado “Las puertas de la percepción” y me detuve en un pasaje muy lucido y estremecedor que cortaré y pegaré aquí a mi antojo: “Vivimos juntos (…) estamos solos. Abrazados los amantes tratan desesperadamente de fusionar sus aislados éxtasis (…) pero es en vano. Las sensaciones (…) son siempre cosas privadas (…) incomunicables (…) cada grupo humano es una sociedad de universos islas.” Sé que jamás podré sentir lo que tú sientes y se que tú me lees y aunque trates jamás podrás sacudir tu alma como yo. Sé también que ese es el grave problema que cargamos como grilletes durante todo nuestro camino y nos hemos hundido unos a los otros por una lucha de convicciones. Puedes ver que la historia universal cabe en un apartamento, no hay mucha distancia entre la Guerra de Troya y una pelea doméstica. El meollo es el mismo: pensamientos divergentes que no pueden ni rozarse y si acaso se encuentran uno trata de aniquilar al otro. No se dejan vivir y no lo harán. Oscar Wilde dijo cada uno tiene el cielo y el infierno en sí mismo. Podemos albergar eso porque estamos solos y nos relacionamos para justificar la existencia. Todo este camino es una prueba de resistencia. Algo que para ti es oro puro, para otro quizás sea algo fétido y pestilente. Si alguien pateara todo lo que crees, todo por lo que has luchado y todo lo que quieres… ¿Te quedarías de brazos cruzados?


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