sábado, 14 de agosto de 2010

Espejo

Narciso fue condenado a enamorarse de sí mismo, tanto que según el mito, su vida acabó tras arrojarse a las aguas persiguiendo su reflejo. Una vez conocí a alguien maravilloso, con una sonrisa que podía hacer que el tiempo se suspendiera. El ensueño, el frenesí, la pasión y la empatía enjambraron una red que parecía amor. Quizá, hasta ahora, los momentos más maravillosos e increíbles de mi vida sean anécdotas con esta persona. No había nada que pensar, éramos un equipo. Si yo cocinaba, tú fregabas los platos, y si no, los dejábamos por allí regados sólo para amarnos. Siempre me dabas un sí y yo también te los daba a ti. Éramos una cadena de acero indestructible ante tanto mal de ojo. Eran tiempos donde la "Media Naranja" era sinónimo de ti. Llenamos nuestra vida de aventuras y compartimos un paisaje seductor. Estábamos pendiente de cada detalle de nuestras vidas sólo para resguardarnos y no perdernos. Pero había que condimentar tanta armonía, provocar un feedback para llamar más la atención. Teníamos que sucumbir ante tentaciones y empezar a arruinarlo todo. Hasta en eso seguimos acompasando. Pero aún había efervescencia y electricidad. Nuestras manos no podían sólo encontrarse sin amarse. Decidimos repetir. Con rencores, dudas y tragos amargos renacimos como el Ave Fénix de las cenizas y el amor rebasó al idílico sentimiento anterior. Comenzamos a ser inseparables y no sé cuando nos convertimos en uno, parecía atractivo compartir la misma cama y tener el mismo olor. Usar la misma ducha y saborear los mismos aromas cada día. No teníamos ya nada que contarnos porque lo compartíamos todo. Sin darnos cuenta, por tener tanto nos quedamos sin nada. Empezamos a experimentar con gritos, llanto y orgasmos reconciliantes. Y de zopetón cualquier disgusto, nos separó. Lejos, ya no eras lo mismo, cambiaste cada detalle, cada cualidad y cada defecto por uno peor. Lejos, te veías distinto. Lejos, me di cuenta que siempre fuiste mi reflejo. Hoy reflejas a otros e igualmente te va bien. Complacerme desplazó tu naturaleza, no hubiese podido enamorarme de ti si hubiese sabido la madera de tu esencia. Pero pasó. Recuerdo tu reflejo en mi espejo. No lo persigo, no quiero perderme. Sólo que por lo que nos unió, temo que te ahogues reflejando a los demás.

No hay comentarios:

Publicar un comentario