viernes, 13 de agosto de 2010

Nadia


Nadia tenía 14 años y yo tenía 11. Su cuerpo ya se había curveado y era el delirio de los chicos, de los no tan chicos y de quienes no son chicos. Su descendencia mora la hacía aún más interesante y su historial de tragedias familiares, que con todos solía compartir, la hacían parecer una extraña gema que despertaba la ambición de todos. Le gustaba estar con nosotras las niñas menores quizás porque nos podía manipular a su antojo y porque siempre nos mostraba cómo manipular a un corazón que eyacula todas las noches. Mientras nosotras hacíamos ruido cantando cancioncitas de burlas para los enamorados, ella se escondía con cualquiera detrás de las columnas para que nadie la viera. Un día subió a mi casa y estaban de moda los pantalones acampanados. Me habían regalado unos pero me quedaban grandes. Ella los vio y se enamoró, se los probó y aún su figura se veía mejor. Contenta me pidió que se los prestara, no tuve reparos para decirle que sí mientras la contemplaba como si fuese el reflejo mi espejo de los próximos años. Enseguida, subió a su casa, se cambió de ropa y bajó al patio con sus nuevos pantalones acampanados. Los piropos fueron infinitos. Pero esa tarde, mientras yo sumaba una nueva prenda para su guardarropa ella despedía mi inocencia. Con una sonrisa placentera nos dijo a las niñitas “¿Saben como se hace para que nazca un bebé?” y empezó su historia. Recuerdo que dijo “y eso duele horrible”, como si ya lo hubiese vivido. Aquel cuento de la cigüeña se transformó en el encuentro violento de un pene con una vagina (¿o de una vagina con un pene?). Se le adelanto a mi mamá y a las clases de ciencias donde te explican la función del aparato reproductor humano. Nuestro asombro nos llevó a nuestras casas, estoy segura de que cada una pensó en la escena. Curiosamente, esa fue la última vez que la vimos. No sabemos qué pasó después pues era huésped de una de las vecinas. Se llevó mis pantalones acampanados, el virgo de muchos carajitos y despertó los pensamientos impuros de nosotras: las niñitas que hace 12 años se arrancaban su niñez en el patio.

1 comentario:

  1. releyendo tus escritos recordé cuando compraba el urbe.. ah tiempos aquellos!! y ps a la salida de Melisa con su espacio en negro entrastes tu, y conservaste casi todo el estilo de la columna de melisa.. Me encantas como escribes y como cantas.. Exitos!!!

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