viernes, 13 de agosto de 2010

In nomine patris et filis et spiritu sanctis

¿Por qué la gente ama las verdades a medias? Desde contar versiones con un párpado cerrado y otro abierto, hasta escapar de las tragedias de los demás. La iglesia lo hace, ese “hasta que la muerte los separe”, es un prueba de múltiples torturas para que al final del partido las cenizas de los amantes queden separadas. En el nombre de la santísima trinidad se excomulga a quienes osen desatar esa unión sellada ante dios (¿y qué si el marido repartía palo a diestra y siniestra? ¿o si acaso la mujer era madre desnaturalizada con un entrepierna espontáneo y desvergonzado?) pues ninguna excusa es válida para deshacer el amor. AMOR baf! Acá la gente habla de amor cuando hasta las miradas de extraños que caminan por el mismo asfalto que tú, son dardos filosos clavados sin razón. Porque siempre hay un juez, una víctima y un culpable. Por esa filatelia que exporta etiquetas que nuestra lengua no deja de lamer. El caos, no es sólo parte de una teoría que dice que los comportamientos son impredecibles. No. El caos está tatuado en nuestra alma para que llevemos a su fin ultimo esta masa que muchos llaman tierra, aunque casi todos crean que es un infierno. Igualito ¡como nos gustan las medias tintas! Nos encanta vendarmos los ojos viendo basuras hipnóticas que huelen a azufre y consumen y comen lo que otros comen. Nuestra verdad es clonada, es la parte que los demás desean oír. Nuestra verdad no está camuflada, está perversamente maquillada para esconder un cutis áspero. Nuestra verdad no es fatua, es la pena de no poder desnudarnos ante los demás. No estoy diciendo que seamos horribles, estoy diciendo que somos abominables. Una especie que tiene impresa la fatalidad en su frente y a pesar de eso los moralistas mente cuadrada, envueltos en papel celofán tornasolado, siguen llevando la batuta de esta composición desastrosa. Prefiero el papel de aluminio: metal letal que refleja el anverso escondido de esta fétida realidad.
Pd: Chaparte en oro y hacer caridades es el cinismo más aplaudido. La miseria se baraja entre billetes verdes mientras tú deseas seguir oliendo el mal olor de los zapatos de un desconocido diciendo amén.

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